El monasterio de Sant Pere de Rodes es uno de los numerosos testigos de la arquitectura románica catalana, pero quizás es uno de los más sofisticados arquitectónicamente. Del siglo XI al XIV fue el principal centro espiritual del condado de Empúries y su esplendor se muestra en las grandes dimensiones del conjunto monacal. El conjunto está formado por la iglesia, el campanario, el claustro, las sacristías, las dependencias convencionales para vivir y el palacio del abad. El monasterio está construido en terrazas para adaptarse al terreno y los diversos edificios se organizan alrededor del claustro y la iglesia, levantada entre los siglos X y XI. En el exterior, la portada, a cargo del Maestro de Cabestany, mostraba diferentes escenas de la vida de Cristo esculpidas en mármol blanco. Los escasos fragmentos que han llegado hasta el día de hoy nos muestran su calidad extraordinaria, probablemente una de las mejores de su época.
Imagen icónica del monasterio de Sant Pere de Rodes, que pertenece al fondo fotográfico de Joaquim Fort Ribot, del año 1960 y que se encuentra en el Museo de l’Empordà. Es una fotografía que nos permite ver su estado antes del proceso de restauración llevado a cabo en el edificio en los últimos años. El palacio del abad todavía estaba totalmente en ruinas, al igual que la bodega que se encuentra en primer término. Otro elemento interesante de resaltar son los accesos, ya que lo que se puede ver actualmente está modificado sustancialmente.
La vigesimoprimera gracia de L’Empordà son las ruinas de Sant Pere de Roda. Los frailes han escapado; las santas reliquias fueron esparcidas por cenobios lejanos, los altares no guardan las benditas imágenes, ni los candeleros, ni los antipendios antiguos. En las celdas benedictinas no hay rastro de los viejos íncipits que leyó hace tantos siglos el fraile Gerbert; la Biblia, dorada con amor de ingenuas figuras románicas, está recluida en un Museo extranjero. Más ni la mano de los hombres ni los improperios del tiempo han podido desnudar las ruinas abiertas de par en par y derrumbadas, de su cordial hechizo. Como vieja arca de sándalo, cada vez que la astillan, con la última astilla renueva su perfume. De Rodas la griega sacaste en los primeros días de la colonización benedictina tu nombre cristiano. Como una estrella muerta, después de haber sido por muchos siglos luminaria guiadora de los sentimientos y de la razón de los hombres, ahora permaneces apagada en tu augusta soledad. Pero en tu noche no quedas perdida y olvidada, estrella muerta de una patria que no quiere morir. Cuesta arriba por los viñedos de Palau-saverdera, ¡qué uvas tintas más dulces crecen! Yo he subido, como apasionado romero, por las mismas rutas que siguió mi padre, y he sentido la desgarradora emoción de adoradas memorias, al pisar las ruinas del antiguo cenobio catalán. Y después, al subir al castillo de Sant Salvador, la tierra ampurdanesa me ha parecido aún más plana y resplandeciente, y he reseguido con delicia las calas de la costa y he contemplado el mar inmenso, tan bello y claro que en él se refleja el sol.
De LES GRÀCIES DE L’EMPORDÀ, de Pere Coromines
Texto divulgado en la web mapaliterari.cat (Mapa Literari Català d’Espais Escrits). Xarxa del Patrimoni Literari Català.
Lloc Monestir Sant Pere De Roda 6, 17489 Puerto de la Selva, Provincia de Gerona, España
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