La fundación y el crecimiento de la villa tienen su origen en el trazado de la vía del tren y en el establecimiento de esta estación, con sus dependencias y la aduana, en el último cuarto del siglo XIX. La primera estación, hecha en 1870 e inaugurada en todo su tramo en 1878, se sustituyó por la actual durante los años 1928-1929. La estación que vemos ahora se construyó en los talleres de Joan Torras i Guardiola en motivo de la exposición universal de Barcelona de 1929. Torras era conocido como el Eiffel catalán por su dominio en hacer estructuras de hierro y grandes obras de ingeniería, como los mercados de Lleida, Tortosa y la Torre de las Aguas del Tibidabo. La estación de pasajeros está formada por un volumen muy definido de planta rectangular con planta baja y dos pisos que contiene las dependencias administrativas y los servicios. Este cuerpo presenta acabados con aplacados de piedra y aberturas enmarcadas con molduras de referencias neoclásicas. Por otra parte, cabe destacar la estructura metálica en forma de bóveda rebajada, una gran marquesina de hierro y cristal que cubre los andenes. Esta bóveda se soporta con arcos en celosía apoyados en soportes articulados.
Esta fotografía de Josep Maria Cañellas nos muestra una visión panorámica de la villa de Portbou. Lo que destaca al lado de la iglesia parroquial es la vía del tren. Es una imagen tomada en los años 80 del siglo XIX y resulta interesante poder ver cómo era cuando sólo hacía 10 años de la llegada de la línea de ferrocarril a Portbou. Un testimonio gráfico temprano que nos permite intuir más a la izquierda de la iglesia la presencia de la estación. Posteriormente, esta misma estación fue remodelada de forma sustancial por Joan Torras. La fotografía se conserva en la Biblioteca Fages de Climent de Figueres y forma parte del Fondo Rubaudonadeu.
Estamos bajo una enorme bóveda de cristales rotos, rompecabezas al que faltaran muchas piezas por ensamblar, o, por el contrario, que, juntadas ya las piezas, se hubiese desarmado, revuelto, en el repentino vuelco de una mesa. Un alud de vidrios ha caído sobre los andenes y el balasto de las carrileras. Los faroles rojos y verdes del lamparero rodaron, largando el queroseno hasta los postes negros que sostienen el letrero de Portbou. En una pared -lo recuerdo- había un olvidado cartel del turismo internacional donde un canguro se perfilaba, como presto a saltar, en una vasta pradera de flores amarillas: Pase sus vacaciones en Australia. Otro, con presencia de máscaras, gigantes y cabezudos: Le Carnaval de Nice. (...) Y aquí, afuera, mujeres vestidas de negro, hombres vestidos de negro, varios enfermeros, soldados -o milicianos, no sé...-, que corren, gritan, se afanan en torno a un cráter abierto en roca gris, entre casas destruidas, de paredes rajadas, humeantes aún -ignoro si de cales o de fuegos-, largando una teja, todavía, por los alejos medio desplomados. Hay heridos -o muertos-, ya que varias camillas levantan cuerpos cubiertos de sábanas, de frazadas, de manteles.
Dins LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA, de Alejo Carpentier
Este texto procede del Atles literari de les terres de Girona, coordinado por Narcís Jordi Aragó y Mariàngela Vilallonga y publicado por la Diputación de Girona en 2003.
Carrer Del Escultor Frederic Marès, 17497 Portbou, España
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